me gusta esta foto porque parece que se hubiera bajado de la escalera que te lleva a alaska con su trompeta para tocar un ratito con los síquicos litoraleños. además, me está mirando y yo lo estoy mirando a él y a nuestro alrededor todo es caos inentendible. como la conexión de la que nunca supimos o algo así.
el perfume de la abuela viaja a toda velocidad y lo empaña, se impregna y lo empaña.
y a mi alrededor solo sollozos sostenidos de los que nunca hablan, pero no saben callar.
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