entonces quise ser sol y acostarme en el pasto y vociferar un "¡SÍ!" que nos alcance. y después quise ser hincha y encontrarme en medio de los ilusos y volver a arremeter, para ver si así funcionaba.
y si todo era insuficiente, entonces siempre iba a tener al adorado obelisco, con sus turistos indefensos y los flashes modelados, y todos iban a tener que verme, brazos en alto, sonrisa ciega, mientras la voz, que ya no nacía de mi sino de todos, mostraba signos de satisfacción.
Los amores cobardes no llegan ni amores ni a historias se quedan ahí.
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