los distintos tipos de fiebre conducen al malestar general de saberse mortal

"me saco la remera blanca, gastada, y la tiro por ahí. no tengo nada más, solo veo a través del reflejo una forma, adivino los rulos enormes y negros, los pozos son dos ojos, no me miran a la cara, las manos son ramas del árbol más viejo y juegan a sonar en el viento, a explorar el terreno. en el piso, se mueven dos dedos, apuntan al ombligo, que es el tercer pozo, ese que no habla, sino que escucha un error tras otro error tras otro error detrás de mi está la mochila: no la ves porque es tímida y un secreto no muy bien guardado. me toco y te encuentro. sos luz. yo, tan solo un agujero negro".

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el perfume de la abuela viaja a toda velocidad y lo empaña, se impregna y lo empaña.
y a mi alrededor solo sollozos sostenidos de los que nunca hablan, pero no saben callar.

pecado